Nuestro cuerpo necesita energía para vivir. Necesita energía para mantener sus funciones vitales y llevar a cabo las actividades físicas e intelectuales del día a día.
Esta energía la obtiene principalmente de los nutrientes que extrae de los alimentos que consumimos, una vez que estos han sido digeridos y asimilados, y gracias a las reacciones químicas que tienen lugar en el interior de las células durante el metabolismo.
Los nutrientes que proporcionan energía son:
Los micronutrientes, no aportan energía pero son reguladores de los procesos vitales:
Según criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la proporción de nutrientes que necesitamos, la que cubre de forma saludable las necesidades energéticas del cuerpo, es:
Es decir, más de la mitad de la energía requerida se debería obtener de los hidratos de carbono y el resto de grasas y proteínas.
Es por tanto muy importante para nuestra salud ingerir diariamente hidratos de carbono.
Lo que comemos realmente son alimentos, no nutrientes aislados, y por tanto, para que el menú diario sea equilibrado y nos proporcione la energía necesaria, debería estar compuesto principalmente por alimentos ricos en hidratos de carbono de absorción lenta y una pequeña cantidad de alimentos ricos en proteína. Muy al contrario de la tendencia actual a un exceso de consumo de alimentos ricos en proteína.
La OMS también recomienda el consumo diario de frutas y verduras, fuente de vitaminas y minerales. Y señala la importancia de consumir la fibra como parte de los alimentos y no en forma de suplemento.
Datos obtenidos del Informe Técnico nº 916/2003 realizado por una comisión mixta OMS/FAO para la prevención de las enfermedades crónicas, el cual se puede consultar completo en el siguiente enlace
http://www.who.int/nutrition/publications/obesity/WHO_TRS_916_spa.pdf
Los datos que carecen de límite inferior nos indican que no hay pruebas científicas que sugieran que su consumo sea necesario en una dieta equilibrada. Este es el caso de las grasas trans y las saturadas, el colesterol, los azúcares libres y el cloruro sódico (sal refinada).
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