La fibra alimentaria es el residuo vegetal que no digerimos. Está formada por sustancias que en su mayoría son hidratos de carbono distintos del almidón, llamados polisacáridos no amiláceos, y por lignina que es el conjunto de polímeros que constituyen la parte leñosa de los vegetales. También forman la fibra otros compuestos distintos, pero en una proporción mucho menor.
Nuestro cuerpo carece de las enzimas necesarias para su digestión y asimilación, por tanto no se trata de un nutriente, sin embargo, la fibra está implicada en dichos procesos y por ello la OMS recomienda su consumo para la prevención de enfermedades crónicas.
En función de cómo se comporte la fibra alimentaria en presencia de agua, se habla de dos tipos de fibra. En la alimentación habitual, se consumen los dos tipos juntos, por lo que los efectos beneficiosos de los que se habla son de la fibra alimentaria en su conjunto.
Fibra soluble
Fibra insoluble
Carnes, pescados, huevos, lácteos, ázucar y grasas, carecen de fibra.